Mis estimados, entre tanta bestia no nos podía faltar el desubicado, yo quisiera saber quién carajos le dijo que no hay una que no se muera por él/ella, si la estrategia le funcionó, es porque seguro lo engañaron y le dieron mal el número o de verdad no tengo idea en qué clase de bosque anda usted de casería, pero le juro que ni el 20% de las “victimas” caen en el juego de la fantochada, entonces qué tal si analizamos esta técnica de mercadeo tan pobre.
Vamos a comenzar comparando al desubicado con un cepillo de dientas, está claro que en el proceso del levante lo clave es venderse bien, pero usted se ha puesto a pensar toda la basura que vende un cepillo de dientes, sabiendo que sirve para lo mismo, teniendo o no limpiador de lengua, cerdas de yo no se qué material, el cepillo de dientes sirve para lo mismo aquí y en Rusia, pues bien si hablamos del desubicado es ese que se vende lleno de adornos que no suman a la hora del levante, pues al final el resultado es el mismo y este man viene siendo un cepillo de dientes cualquiera pero con ínfulas de salvarla a usted hasta de la malaria.
Lo triste de este sujeto es que de verdad se lo cree, se cree la chimba, no hay otro como él, y usted si lo rechazó es una pobre estúpida por no aceptar lavarse los dientes con un cepillo de dientes que tiene limpiador de lengua, el desubicado da por hecho que no hay fortuna más que él, que él es el mismísimo baloto en persona y no es humillación para él ser rechazado, es una humillación para el mundo.
Así que mi querido desubicado haga el favor y ubíquese, y no de por sentado que cada mujer está lista para usted, no vaya y sea y le dé el síndrome de don Armando, y termine usted enamorado perdidamente de la “fea”.
Por lo tanto desubicado, ni te vistas que no vas.
La Princesa.
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