Mis queridos amigos, príncipes, princesas, ogros y demás bestias, nos disponemos a hablar de comida; después de concluir qué el que muestra el hambre no come, podemos hablar del que la logró, calentó, pero decidió no comer. Luego de una ardua investigación me di cuenta que dependiendo de la intención uno si puede calentar y no comer. Vamos a dejar esto claro, en el juego del recalentao, al que calientan es el que sufre más, porque, nada peor que acostarse con hambre, pero depende de usted ser una almojábana en microondas (bien maluquita) o convertirse definitivamente en la pega del arroz por la que todo el mundo se pelea, que siempre sabe bien, fría o caliente. Pero a quien engañamos, salud, por el placer de dejar a más de uno iniciado, no se desmotiven príncipes de turno, que seguro la susodicha solo está probando a ver qué tal se comporta con las ganas, y sea positivo, no se vuelva almojábana, que tal si más bien se vuelve ajiaco, que trasnochado y recalentado sabe mejor.