Ya
hablamos de tibios y hambrientos pero qué tal si hablamos del Lobo, sólo con el
objetivo de pedirles a gritos que no sean lobos, mire, esta no es una categoría
definida por el vestuario ni mucho menos, ¿quién vengo siendo yo para hablar
del pésimo gusto de la gente?, esto va más allá por que ser lobo al parecer es
todo un estilo de vida, y de verdad no hay nada peor que un lobo con delirios
de latin lover, ojo el lobo a secas no es el mismo lobo feroz, ese que te ve te
oye y te come mejor, es mas bien un intento bien triste de ese tan deseado
sujeto.
Definamos
al lobo, como ya lo dije es esa criatura del bosque que desea con todo su
corazón ser un lobo feroz, pero tristemente se convirtió en el latin lover
tibio y hambriento del paseo, es ese que siempre parece estar necesitado, ese
que le hace a uno arañita en la rodilla, o peor aun hace chistes flojos para
poder tener contacto físico; también es ese que se jacta de todas sus
pertenencias, de sus horas en gimnasio o la cantidad de plata que gana en un mes
y por supuesto en que se la gasta (que seguro es un reloj gigante y brillante).
Lo
que usted tiene que saber es que ser lobo, o al menos dárselas, es la formula
perfecta para que una princesa salga corriendo despavorida de esas garras
tibias que lo caracteriza, así que identifique al lobo por frases como “¿tienes
novio? Si sí no importa, yo no me pongo celoso” o “¿qué hace solita la mujer
más linda del lugar?” o, esta que es de lejos la peor de todas, “¿y qué, cuando
te dejas ver?” a esta última uno solo quiere decir NUNCA.
Conclusión:
no hay lobo sexy y lo peor del cuento es que uno siempre quiere darles la
oportunidad, pero al final el lobo siempre la caga porque reúne todas esas
dulces características que detestamos, pero lo más triste del cuento es que el
lobo se mata por forzar esa imagen de malo e interesante para terminar siendo
un pendejo.
Y
bueno, lo único que nos queda por decir es que LA CALLE ESTÁ DURA
La princesa
Y hoy acompañada, de la dama y el príncipe.
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